«Ese albañil»

«Ese albañil»

ESE ALBAÑIL

UNO. Allá arriba, en lo alto, lo veo una y otra vez. Y lo veo, lo quiero ver, lo conozco. Como conozco su oficio. Ese albañil, su andar. Balanceándose al vacío, en el tablón; en casos, sobre una silleta elemental. La vida sin red. Solitaria labor la suya, sabe ocurrir. Y gajes de rigurosa adversidad. Y no se queja. Y por lo mismo lo valoro. Sobremanera. Gente de mérito, si las hay. Librada a su suerte.
Como lo veo allá abajo, en un pozo. Ese estrecho contacto con la tierra. O en todos los rincones. Donde la tarea lo espera. Lo desafía. Y no se elige. Y el riesgo. Ese compañero inseparable. Y la madre naturaleza. Enfrentada a la intemperie. Sea en invierno. Sea en verano. A la que no se puede atemperar. Obvio. Simplemente, se la acepta. Se pierden jornales. Dirán, se la puede disfrutar. Verán, se la debe padecer. Y seguir con la dura faena.
DOS. Noble oficio, de manos agrietadas. Y pensemos: Quien lo quisiera aprender? Y vivimos rodeados de obras. Estos hombres construyeron la ciudad toda. Obras por doquier. Y ese albañil, su gran protagonista. Y un desconocido a la vez. Y digo albañil y pienso en los oficios afines. Hermanados en el arranque de una obra.
Y vuelvo la mirada sobre aquellos que abren camino. Desde la nada misma en adelante. Los inicios. La puesta en marcha. Esa movida que pone al resto al amparo de las inclemencias. Concédase entonces, me siga refiriendo a ese albañil, a secas. Al que hoy rindo este tributo, este homenaje. Porque así lo siento. Con amor y vida. Todos aquellos a los que conocí. En tantas jornadas así compartidas. Aquí y allá. Siempre.
TRES. Aquel del que no se guarda memoria. Quien piensa en ellos? Esos seres innominados. De tan escaso prestigio social. Y nadie se lo pregunta. Y porqué? A los que nadie invita a un programa de televisión. Digamos. Que va! Escala social – de nuestra sociedad – en la que hay que barajar y dar de nuevo. A no dudar.
Sociedad que castiga a los que más trabajan, se esfuerzan. Y premia a los otros. A los que viven de la teta del Estado. Buena parte de la clase política, el empleo público inútil. Claro, hay excepciones. Cuando la excepción debiera ser la norma. Y todo el mundo a trabajar. Y terminamos naturalizando todo. Incluyendo lo execrable.
CUATRO. Y a todo esto, a quien se le ocurre pensar en ese albañil ? A mi se me ocurre. Los acompañé. Me acompañaron. De ellos aprendí. De su tarea áspera y dificil. Y no se quejan. Y luego la sociedad entera, goza y usufructua el fruto de esa labor. Nos damos cuenta?
Entiéndase. No hay salud, educación, vivienda, sin la imprescindible participación de ese albañil. La clase obrera. A cuyo rol e importancia le seguimos bajando el precio. Y su reconocimiento. En un país donde todo está por hacerse. Con ellos, nuestros hermanos. Y sus manos laboriosas.

Arqº Horacio Gualberto Richard´s
Mar del Plata, Setiembre de 2022